Marías, Javier – Corazón tan blanco (1992)

Marías, Javier – Corazón tan blanco, Penguin Random House, Barcelona, 1992 (edición de 2006, reimpresión de 2017)

Tenía por casa este libro comprado en la Feria de Madrid de 2018, con la idea de leerlo pronto, como me ocurre con tantos otros. Sin embargo, no fue hasta la intempestiva muerte del autor cuando pasó a primera línea de la interminable lista de lecturas pendientes, supongo que por el mero hecho de que desde entonces he tenido muy presente al personaje, que me caía bastante simpático. A veces son detalles nimios los que nos hacen decantarnos por un libro frente a otro, otras veces se trata de circunstancias de más calado. Lo importante es acabar llegando en algún momento a los que más nos interesan.

Escogí Corazón tan blanco por ser, a mi juicio, el título más reconocido del autor, o al menos así me lo pareció después de mis indagaciones. Es una novela que habla principalmente de los secretos, de la dicotomía entre contarlos o no, y las consecuencias que puede tener la decisión en un sentido u otro. Se caracteriza por una visión más bien oscura del matrimonio y también de las relaciones humanas en general, un punto de vista relativamente inusual y por ello bastante interesante.

El aspecto formal es quizá lo más llamativo de la obra, que ofrece una prosa nada estridente y más bien llana en apariencia, huyendo del preciosismo y la exuberancia léxica para buscar la exactitud y la gravedad de las palabras escogidas. No es que se exhiba un registro particularmente culto, pero por la extracción y el estatus del protagonista y narrador, el nivel lingüístico y cultural es bastante elevado, hasta el punto de contrastar mucho con algunos de los diálogos que reflejan una lengua hablada mucho más prosaica.

Se emplea muy a menudo la repetición, tanto de términos concretos como de secuencias recurrentes, algo que remite al estilo de la literatura inglesa, creo yo, una gran influencia para el autor. Este recurso aparece también a nivel estructural y marca en gran medida el carácter de la obra. Quien suscribe tuvo una revelación al releer el principio de varios capítulos: lo que parecían vagos anuncios de futuras elucubraciones acababan cobrando todo su sentido y encajando a la perfección con la información nueva de que disponía el lector al terminar cada capítulo, en una especie de profecía cumplida al revés.

El último capítulo está compuesto casi en exclusiva por frases extraídas de los anteriores, que encajan como un puzzle perfecto para terminar de redondear la narración de manera magistral. No es de extrañar que el libro fuera encumbrado en su momento por la crítica alemana, hecho que terminó de abrirle de par en par las puertas de la exportación y el renombre internacional. Seguramente en ello también pesó la patente influencia de Shakespeare y otras figuras señaladas de la literatura mundial.

Hay sitio también para el humor, por ejemplo en las evocaciones que se hacen de las profesiones de traductor e intérprete, ejercidas personalmente por el propio autor. Es un humor muy discreto, con una sorna sutil, un tanto difícil de percibir, el mismo que caracterizaba al escritor en sus artículos en prensa y constituía buena parte de su atractivo, pese a la fama inmerecida que me consta que tenía de ser una persona más bien seria.

Formalmente la novela me ha parecido deslumbrante, y también me han gustado la propia historia y los personajes, aunque en la parte negativa no puedo evitar ver en ella lo que no deja de ser un drama burgués, con un contexto que me es tan sumamente ajeno que me resulta poco atrayente en sí. De todas formas, estimo que ese es un detalle menor comparado con los muchos puntos positivos encontrados en la lectura. Sin duda repetiré con otro título, pero al menos ya tengo una referencia de primera mano, la única forma de conocer algo de verdad.

Escuchando: Israel Fernández – 2023 – Pura Sangre

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