Castelo Branco, Camilo – Amor de Perdição (1862)

Castelo Branco, Camilo – Amor de Perdição, Book.it, Matosinhos, 2011 (1862)

Este libro, poco conocido en España, es uno de los títulos clásicos de uno de los autores más famosos de la literatura portuguesa. Con una biografía enmarcada a lo largo del siglo XIX, Camilo Castelo Branco (1825-1890) fue uno de los primeros escritores profesionales que hubo en Portugal, y dejó tras de sí una obra vastísima que va desde el romanticismo de juventud hasta un enfoque realista en su época de madurez, aunque el espíritu romántico lo acompañó de una forma u otra hasta el ocaso de su vida, como demuestra el haber puesto fin a su existencia con un disparo de pistola. En el país vecino esto es lectura obligatoria en la escuela, y como tal pude encontrar este libro a un precio irrisorio mientras deambulaba por un centro comercial durante los tiempos ya lejanos en los que un servidor vivía en Oporto.

Amor de Perdição emula el clásico esquema de tragedia romántica a lo Romeo y Julieta, ambientada en este caso en el Norte de Portugal a principios del siglo XIX. El propio autor se burla, en el prólogo a la quinta edición escrito unos cuantos años después, del sentimentalismo exagerado que impregna toda la novela, pero lo cierto es que el lector asume dicho rasgo intensamente romántico de una forma muy liviana y natural, sin que resulte forzado o artificioso. La historia es sólida e interesante, y los personajes son auténticos y convincentes, por lo que aunque sus padecimientos sean un tanto exagerados, esto no afecta a la recepción ni a la credibilidad.

La narración es siempre sentida y emocionada, pero sin caer del todo en los recursos fáciles de los folletines de la época, manteniendo un equilibrio encomiable entre la simpatía por las pasiones de los personajes y un esfuerzo por la objetividad en la observación. Hay también mucho componente epistolar, lo que se debe a que la base de la historia es la correspondencia entre los protagonistas, rescatada y revisada por el narrador que, como él mismo señala, intenta reconstruir hechos que ocurrieron en la realidad. No en vano, al final del libro se revela que el personaje principal es su tío paterno, y que todo lo contado es la historia de su propia familia. En realidad, el autor mezcló las referencias familiares con sus propias vivencias como fuente de inspiración, y el hecho de que escribiera la novela en la cárcel, condenado por un crimen de adulterio, no hace sino incrementar el interés.

Leer esta novela en portugués tiene su parte de desafío, pero no es una tarea tan compleja como uno podría pensar en un principio. Naturalmente, se emplea un vocabulario bastante anticuado en lo referente a objetos, expresiones y realidades, pero la dificultad no es tanto el idioma en sí como la distancia temporal, al igual que sucede al abordar literatura en castellano de la misma época. Como las grandes novelas decimonónicas de Dickens o Balzac, aporta una rica información sobre la sociedad de la época, altamente jerarquizada y desigual, que nos resulta ciertamente lejana en muchos aspectos, pero también tremendamente familiar en otros muchos. Este libro no tiene nada que envidiar a otras obras clásicas del XIX de los países vecinos, aunque los lectores españoles probablemente tengamos que quitarnos de los ojos el velo de la ignorancia y el menosprecio al primo pobre para poder apreciarlo.

Escuchando: Sorcier des Glaces – 2020 – Un monde de glace et de sang

SWR Barroselas XXI, Portugal, 27, 28 y 29 de abril de 2018

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Lo he dicho ya muchas veces y no me cansaré de repetirlo, menos aún después de comprobarlo por tercera vez: el Barroselas es el mejor festival de metal en el que he estado. A su tamaño ideal, mediano tirando a pequeño, se le suma la frescura primaveral del norte de Portugal, la amabilidad de sus gentes, la bondad de sus precios y lo excepcional de su gastronomía. Pero es que también el cartel escogido, que opta por mezclar sin reparos el espectro completo de estilos extremos, consigue un excelente equilibrio entre grandes nombres, formaciones emergentes y rarezas más o menos desconocidas que año tras año se va renovando como por arte de magia. Por si esto fuera poco, el área para acampar es un bosque (uno de verdad, con aroma a eucalipto), en lugar de un secarral yermo como en casi todos los festivales españoles, y las duchas son las de un polideportivo anexo al recinto, en vez de las habituales instalaciones provisionales en contenedores que empiezan a presentar fallos desde el primer día. Todo es abarcable y cercano, no hay agolpamientos ni colas, se permiten costumbres tan propias y con frecuencia tristemente proscritas como el stage diving, y la zona de los escenarios está cubierta con una carpa para proteger contra las frecuentes lluvias del desapacible clima atlántico, quizá el único punto menos positivo de la ubicación geográfica.

Tras asistir a las ediciones de 2010 y 2012, tenía muchas ganas de volver, pero el hecho de no haber residido en España más que provisionalmente lo había impedido hasta ahora. Establecido ya desde hace más de medio año en mi guarida madrileña, esta vez no tenía excusa, o mejor dicho sí la tenía, pero para dejar de escaquearme y montar una excursión hasta allí que me permitiera también pasar brevemente por Oporto, la ciudad donde residí entre 2010 y 2011. Por fortuna el festival no ha cambiado demasiado con respecto a lo que recordaba, ni tampoco ha crecido en tamaño, que era lo que más cabía temer. Todos los puntos positivos antes enumerados seguían estando en su lugar, con el añadido de una decoración del recinto algo más elaborada. El único punto negativo que cabría señalar, si nos ponemos quisquillosos, es que la zona con mesas y asientos para comer haya quedado dentro de la zona del festival y no sea posible acceder a ella con alimentos o bebida de fuera, al contrario de lo que pasaba anteriormente, pero la distancia hasta las tiendas es tan reducida que el problema no fue excesivamente grave. Lo pasé tan bien en esos tres días de metal, vida forestal, vino y bifanas que he vuelto exultante de felicidad, y cuento ya los días para la siguiente edición. A continuación, un resumen de lo que fue el Barroselas XXI desde la perspectiva de un servidor y su acompañante.

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