Possessed @ Caracol, Madrid, 17.06.2019

19_06_17_possessed_madrid_caracol

No siempre tiene uno la oportunidad de ver en directo a una leyenda como Possessed, y menos sin tener que desplazarse a otra ciudad o asistir a algún festival de tamaño considerable. Aun así albergaba mis dudas, ya que esta nueva encarnación del grupo tan sólo incluye a su vocalista original, Jeff Becerra, arropado por un puñado de músicos que éste ha ido congregando a su alrededor desde que resucitó la formación hace unos cuantos años. Tampoco sabía muy bien en qué forma se encontraría Becerra, que lleva tiempo confinado a una silla de ruedas tras haber recibido un disparo de arma de fuego cuando alguien asaltó su casa para robar. A pesar de todas las dudas, recordé la frase que escribió un día otro Jeff en su ilustre Lista de resoluciones metaleras de Año Nuevo: “Deja de dar por hecho que los grupos van a seguir existiendo”. En este caso, Possessed venían a Madrid con la excusa de presentar un nuevo disco (Revelations of Oblivion), el primero completo en más de treinta años (!), pero quién sabe si en el futuro habrá una segunda ocasión. Como en muchas otras situaciones de la vida, estaba claro que era mejor arriesgarse a salir decepcionado que arrepentirse de no haber ido.

Todas estas consideraciones a las que di tantas vueltas en los días previos se desvanecieron en el aire, como roña en la ducha, ante lo que pude presenciar sobre el escenario de la Caracol. Jeff Becerra venía acompañado de músicos que son auténticos titanes sobre las tablas (dos de ellos miembros de un grupo tan sobresaliente como Coffin Texts) e imprimieron un estilo más moderno y agresivo a la ejecución de los trallazos clásicos de la formación, definitorios del estilo de speed metal extremo de mediados de los ochenta que daría origen al primer death metal. El cantante, por su parte, rugía con una potencia sorprendente para alguien obligado a cantar sin poderse poner de pie. Los temas del nuevo álbum sonaron casi indistinguibles de los antiguos, en una unidad estilística digna de elogio. Pero lo más importante fue quizá la actitud de los miembros del grupo, que se mostraron realmente felices y motivados por poder tocar ante un público entusiasta, que coreó y pogueó todos los clásicos con un fervor casi inverosímil para el inicio de la semana. Todo ello contribuyó a un espectáculo poderoso y electrizante que estuvo a la altura de lo mejor que cabía esperar y será difícil de olvidar.

Escuchando: Infamous – 2019 – Muttos Pro S’Aristocratzia

Saint Vitus @ Copérnico, Madrid, 26.04.2019

19_04_26_saint_vitus_madrid

Después de casi diez años volví a toparme con Saint Vitus, que pasaron por Madrid presentando disco nuevo de ese doom metal primigenio imbuido de blues y rock que ellos mismos contribuyeron como nadie a definir, con permiso, claro está, de Black Sabbath. En aquella ocasión se trataba de la gira de reunión tras muchos años de inactividad, esta vez, el grupo traía nuevo material bajo el brazo, en su onda clásica pero sin resultar del todo repetitivo, probablemente el mejor piropo que pueda hacerse a la nueva publicación de una agrupación tan longeva. Desde aquel concierto que recuerdo en el Turock de Essen en los primeros meses de 2010, la formación ha cambiado ligeramente: ya no está su cantante característico, “Wino” Weinrich, y el bajista también ha sido sustituido, en su caso, debido a una enfermedad. En un grupo que prácticamente no ha tenido reemplazos a lo largo de su dilatada historia y tan sólo fichó a un nuevo batería cuando el primero estaba ya con un pie en la tumba, no sorprende demasiado que la vacante de bajista haya sido cubierta por otro músico no menos veterano, y la de la voz nada menos que por el cantante original, que pese a tener un estilo sensiblemente diferente se maneja bastante bien con el repertorio posterior.

El concierto fue tan animado como variado, con temas que supieron sonar alternativamente cañeros, profundos o desgarrados, demostrando un sempiterno vigor creativo que hizo parecer totalmente genéricos y casi caricaturescos a los teloneros, los stoners polacos Dopelord. Saint Vitus siempre ha sido una rara avis a todos los efectos, empezando por ser los primeros en reivindicar el sonido original de Black Sabbath cuando todo el mundo parecía haberlos olvidado, sin dejar de mencionar que sean un grupo independiente y casi atemporal surgido nada menos que de Los Ángeles, la capital por antonomasia del horterismo y las modas musicales en EE. UU., o que hayan seguido siempre fieles a sus principios sin que ello suponga una limitación, sino todo lo contrario, un camino coherente y productivo que seguir. Lo mejor del directo de esta formación, que cumple ya su cuarta década de existencia, es que sus músicos lo viven como si fuera la primera vez que suben a un escenario, a diferencia de lo apagados y ensimismados que suelen mostrarse otros grupos más recientes que gustan también de tocar “lento”. No soy gran fan del doom metal, al menos no como estilo rígido y encorsetado, pero sí de Saint Vitus, sobre todo tras haber comprobado una vez más que, después de tantos años, siguen sabiendo cómo deleitar al personal.

Escuchando: Grateful Dead – 1967 – The Grateful Dead

Septicflesh + Krisiun @ Caracol, Madrid, 14.03.2019

Como suele ser habitual, diversas circunstancias hicieron que nos perdiéramos a los dos primeros teloneros, llegando en mitad del concierto de Krisiun, por fortuna con tiempo suficiente para hacernos una idea de cómo es el grupo en directo. Los brasileños practican un death metal tan básico y primitivo que suena más a Slayer que a cualquiera de los clásicos del género, pero resulta lo suficientemente potente como para garantizar un concierto enérgico. Los miembros estuvieron simpáticos y habladores, chapurreando un portuñol bastante fluido que ayudó a conectar con el público. Al igual que me ocurre con su música de estudio (hablo por Black Force Domain), su directo no me pareció demasiado sobresaliente, pero sí una digna introducción al cabeza de cartel.

19_03_14_krisiun_caracol-1

Krisiun

Hasta la fecha, parecía que teníamos gafe con Septicflesh. Cuando intentamos verlos en su gira con Amon Amarth en Oporto (¿2011?), justo acababan de tocar cuando entrábamos en la sala, y tuvimos que sufrir en exclusiva a los suecos, ya por aquel entonces musicalmente insulsos. Al tratar de pillarlos en su actuación en el Brutal Assault de 2016, la distancia de un escenario a otro hizo que sólo viéramos la mitad del espectáculo, veinte minutos escasos bajo un sol vespertino de agosto que no les hicieron justicia. Por suerte esta vez no se torció nada y pudimos ver el concierto entero, en versión extendida y con la oscuridad y atmósfera apropiadas. Ni siquiera la gran cantidad de partes pregrabadas (todo el componente orquestal y hasta algunas voces limpias) mermó el impacto de una puesta en escena potente y llamativa que hizo honor al sonido sombrío y majestuoso del grupo. Pese a las chaquetas futuristas que les hacen parecer una especie de “Iron Manes” del metal, su presencia escénica es indudable, y un sonido aplastante pero no atronador terminó de redondear un fantástico espectáculo. La proverbial simpatía de los griegos contribuyó también no poco a la recepción favorable por parte del público. Se echó de menos algo de material antiguo, que brilló por su ausencia, pero por suerte el más nuevo no decepciona del todo, y la presentación en directo menos aún.

19_03_14_septicflesh_caracol

Septicflesh

Los días anteriores al concierto estuve repasando la discografía más reciente de Septicflesh, que es la que tengo menos estudiada, y me llamó la atención comprobar cómo su último álbum (Codex Omega) es mejor que algún otro más antiguo (The Great Mass) e incluso que el último antes de su disolución temporal (Sumerian Daemons), aunque sin estar a la altura de su producción inicial en los noventa, que es la más imaginativa y lograda. Sin embargo, no estamos ante la clásica formación que se va degradando con el tiempo hasta derivar en una versión más simple y accesible de sí misma. Los elementos sinfónicos y heterogéneos estaban ahí desde un principio, aunque su empleo fuera distinto y menos predominante. Su música actual es más convencional y encasillable, menos interesante en términos generales, pero sigue presentando una fusión similar de los géneros metálico y clásico en pie de igualdad, con marcados elementos de rock, conseguida por gente que sabe cómo introducir partes orquestales con criterio, a diferencia de la gran mayoría de grupos de metal que lo han intentado en algún momento. Los Septicflesh de hoy no pueden catalogarse bajo la etiqueta death metal o incluso metal a secas, pero tampoco los de ayer encajaban del todo en dichas categorías, lo cual, a fin de cuentas, no tiene por qué ser algo negativo per se. Lo que sí queda claro es que, a día de hoy, su directo merece mucho la pena.

Escuchando: Mamá Ladilla – 2018 – Quién Pudriera

Pounding Metal Fest 2018, Sala Mon, Madrid, 05.05.2018

18_05_05_pounding_whiplash

Whiplash

18_05_05_pounding_angel_witch

Angel Witch

Por fin he podido asistir a uno de estos fabulosos festivales que monta la asociación heavy (interesante concepto) del mismo nombre. Consagrados al metal más clásico y ochentero, sus carteles son una mezcla de leyendas consagradas y nombres más desconocidos pero igualmente relevantes con los que ofrecer saraos potentes y asequibles sin la masificación que traen consigo los grandes nombres. Por desgracia me fue imposible acudir a una hora decente para ver a algunos teloneros, así que únicamente pude disfrutar de las dos actuaciones principales, que no obstante merecieron la pena por sí solas. Los norteamericanos Whiplash pusieron el toque cañero con su thrash metal machacón e incansable, y una gran sintonía con el público. Angel Witch por su parte fueron mucho más reservados, aunque ese halo de pioneros de la NWOBHM que destila su música bastó para generar una atmósfera muy especial. En la sala escogida pudieron verse atuendos y peinados en peligro de extinción desde finales de los ochenta, todo un despliegue de exuberancia capilar y estilismo metalero clásico de gran deleite visual. Es bueno que siga habiendo conciertos de este tipo por mucho tiempo que pase, porque al contrario que algún que otro mullet y outfit démodé, el buen heavy metal no tiene ni tuvo nunca fecha de caducidad.

Escuchando: Mike Oldfield – 1990 – Amarok

SWR Barroselas XXI, Portugal, 27, 28 y 29 de abril de 2018

barroselas_entrada_2018_pq

Lo he dicho ya muchas veces y no me cansaré de repetirlo, menos aún después de comprobarlo por tercera vez: el Barroselas es el mejor festival de metal en el que he estado. A su tamaño ideal, mediano tirando a pequeño, se le suma la frescura primaveral del norte de Portugal, la amabilidad de sus gentes, la bondad de sus precios y lo excepcional de su gastronomía. Pero es que también el cartel escogido, que opta por mezclar sin reparos el espectro completo de estilos extremos, consigue un excelente equilibrio entre grandes nombres, formaciones emergentes y rarezas más o menos desconocidas que año tras año se va renovando como por arte de magia. Por si esto fuera poco, el área para acampar es un bosque (uno de verdad, con aroma a eucalipto), en lugar de un secarral yermo como en casi todos los festivales españoles, y las duchas son las de un polideportivo anexo al recinto, en vez de las habituales instalaciones provisionales en contenedores que empiezan a presentar fallos desde el primer día. Todo es abarcable y cercano, no hay agolpamientos ni colas, se permiten costumbres tan propias y con frecuencia tristemente proscritas como el stage diving, y la zona de los escenarios está cubierta con una carpa para proteger contra las frecuentes lluvias del desapacible clima atlántico, quizá el único punto menos positivo de la ubicación geográfica.

Tras asistir a las ediciones de 2010 y 2012, tenía muchas ganas de volver, pero el hecho de no haber residido en España más que provisionalmente lo había impedido hasta ahora. Establecido ya desde hace más de medio año en mi guarida madrileña, esta vez no tenía excusa, o mejor dicho sí la tenía, pero para dejar de escaquearme y montar una excursión hasta allí que me permitiera también pasar brevemente por Oporto, la ciudad donde residí entre 2010 y 2011. Por fortuna el festival no ha cambiado demasiado con respecto a lo que recordaba, ni tampoco ha crecido en tamaño, que era lo que más cabía temer. Todos los puntos positivos antes enumerados seguían estando en su lugar, con el añadido de una decoración del recinto algo más elaborada. El único punto negativo que cabría señalar, si nos ponemos quisquillosos, es que la zona con mesas y asientos para comer haya quedado dentro de la zona del festival y no sea posible acceder a ella con alimentos o bebida de fuera, al contrario de lo que pasaba anteriormente, pero la distancia hasta las tiendas es tan reducida que el problema no fue excesivamente grave. Lo pasé tan bien en esos tres días de metal, vida forestal, vino y bifanas que he vuelto exultante de felicidad, y cuento ya los días para la siguiente edición. A continuación, un resumen de lo que fue el Barroselas XXI desde la perspectiva de un servidor y su acompañante.

Seguir leyendo «SWR Barroselas XXI, Portugal, 27, 28 y 29 de abril de 2018»